domingo, 28 de abril de 2013


Humanidad, valores y certeza.

 

Gloria Cuenca.

 

 
 La humanidad pasa por situaciones que nos resultan incomprensibles si las analizamos con los parámetros que tradicionalmente acostumbramos a utilizar. Requerimos entonces de conocer cuáles son los valores- es decir, lo que es estimado- para entender  qué pasa. Imprescindible, para comprender lo que ocurre, tener un mínimo de coherencia interna. Es decir, hay que pensar, sentir y actuar de forma consciente y congruente;  para ello hay que seguir aquél viejo paradigma que se encontraba a las puertas de la antigua academia de Grecia: “Conócete a ti mismo”.  En oportunidades creemos que algo dicho en la antigüedad de la civilización occidental no tiene vigencia. Sin embargo, muchos filósofos opinan, “que de los griegos para acá no hay nada nuevo bajo el sol”. Podemos, al reflexionar al respecto, darnos cuenta de que, efectivamente, el conocimiento de uno mismo es fundamental para esa congruencia. Especialmente, es esencial y profundamente importante en los momentos de crisis. Con verdadera sorpresa escucho sobre los continuados actos de corrupción que se efectúan. Conoces personas, gente que sabes lo  que tenía y te sorprendes del  cambio de su “estatus económico”, que muchas veces, la mayoría, no va a acompañada  de un cambio en su cultura y civilización. En otros casos, la promoción social, lleva  a otras promociones. Hay pendiente una cuestión de valores, ética y principios. Eso de creer que “ser rico es malo”, pero no se puede ver “un centavo o un cobre” porque la tentación se los come, sobre todo cuando es dinero del Estado, de comisiones exageradas, de envíos para misiones y obras estatales que nunca llegan a su destino, es de una incoherencia patética. De allí que veamos a la nueva “boliburguesía” derrochando estilo, ropa de marca, carros super lujosos y caros, en contradicción con la prédica del socialismo del siglo XXI y asombrando a sus compatriotas de los barrios, ranchos, refugios y caseríos. Al ver la “prosperidad de algunos”, mientras a otros no les llegan los recursos anunciados para resolver los problemas más elementales: vivienda, salud, alimentación y seguridad, entre otros, y crecen los bienes, el dinero de los dirigentes, -“supuestamente  políticos”- que “tuercen” el destino de los mismos para enriquecerse de manera obscena, sin ninguno tipo de compasión por sus semejantes. Dicen defenderlos de los burgueses y capitalistas irredentos.A pesar de todo  nos mantenemos  todos unidos en la alegría de la certeza de la existencia de Dios. (A los verdaderos creyentes, por supuesto) Sabemos, conocemos y creemos en la existencia de la Justicia Divina. Hay demostraciones evidentes de ello. Sin embargo aquellos que “de repente se hicieron creyentes” no saben leer las acciones de la Justicia Divina, ni la mano de Dios en acontecimientos del planeta, de la región y de nuestro país que ocurrieron recientemente. La vida tiene una ley de causa y efecto, a partir de allí sabemos, como no hay posibilidades de engaños, trampas, robos, corrupción y asesinatos que queden impunes para Dios.  Con nuestro líder, Henrique Capriles, este es un “mientras tanto” Dios termina sus acciones.  

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