miércoles, 15 de febrero de 2017

Ética y Comunismo

 Gloria Cuenca.

Reflexiones que me atormentan con cierta frecuencia.

1.    Cuando me hice comunista, lo hice, pensando que era una maravilla. Me sentía orgullosa de serlo y demostrarlo ¿Cómo? Actuando siempre de manera correcta, no diciendo mentiras y con una moral a toda prueba. Ademas al preguntarme, algunos con curiosidad, otros con asombro y algunos, con terror también, contestaba tranquilamente: “Si es verdad, soy comunista”. Para sorpresa, horror y miedo de mis escuchas. Muy pocos estaban de mi lado. Nada me importaba, con prepotencia pensaba que: “no comprenden, no saben de lo que les hablo”. ¡Ah la ignorancia! Que terrible resulta ser. En mi caso, me había acercado a militantes del Partido Comunista Italiano, (estuve viviendo en Italia, por dos años) quienes tenían una visión bastante distinta de la de los comunistas venezolanos. Ser de izquierda era, casi podría decirse, que una moda, y entre los jóvenes, casi una necesidad. Lo que no era regular era ser comunista. Una querida amiga de la familia, muy cercana a Adolfo, decía entre horrorizada y temerosa: “la novia de Adolfo –bajaba la voz a casi un suspiro- es comunista” Como me sentía del lado de la verdad, descalificaba, con gran prepotencia a quienes así pensaban. Hubo un querido y respetado profesor, en la entonces Escuela de Periodismo, a quién le debo mucho, por sus experiencias, enseñanzas y lecciones, que mensualmente contribuía con el Partido Comunista. Yo recogía ese dinero y lo llevaba a mi sitio de militancia. En sus clases rigurosas y magníficas, notaba que no era de izquierda, y mucho menos comunista. Le pregunté en una ocasión: ¿por qué contribuye con el partido, sino comparte esa ideología? Enseguida y sin ningún rubor me contestó. “Espero que Usted, o su padre, no permitan que me fusilen si toman el poder, como vienen diciendo”. Casi me desmayo. Le contesté después de unos minutos: “No tenga dudas, una revolución como la que haremos jamás irá contra gente de su calibre y conocimiento”. Con resignación, se sonrío y me dijo, “Ojalá así sea” Me negaba a creer las historias que circulaban en torno a las matanzas de los comunistas, incluyendo las de Stalin. Insistí siempre en la importancia de la ética en la revolución. Recuerdo una vez, reunidos en la quinta Guanabara de la urbanización Los Caobos, tuve varios enfrentamientos con mis camaradas por ese aspecto. Comenzaron a circular pequeños periodiquitos hechos en multígrafo: ¿Gloria Cuenca la salvaguarda de la moral revolucionaria? Así empezaba; luego venían historias y chistes, supuestamente en donde yo me negaba a dar el visto bueno a los bailes de moda, sobre todo al rock, (del que, por cierto, era fanática) y pedía que solo se bailaran valses venezolanos. Les molestaba que no dijera groserías y por eso se reían de mí y de mi campaña para que los camaradas mejoraran sus adjetivos. Conversaba con una amiga, sobre esto y ella me decía que el último informe que le habían bajado comenzaba así: “Camaradas les quiero informar, la vaina está muy encaratada, es decir, jodida en buenas cuentas.” Nadie se sintió mal por esa forma de iniciar el informe sino ella. ¡Había tantas contradicciones, confusiones, medias verdades en lo que nos decían! Por eso, ahora me doy cuenta de la terrible situación que viven aquellos amigos, familiares y ciudadanos comunes, en esta locura que es la situación que hay Venezuela. Lo he dicho en diversas oportunidades: es esquizofrenizante ese discurso del comunismo. ¡Dios Salve a los que lo escuchan!
¿Sí el comunismo es tan maravilloso, por qué, los líderes ocultan su pensamiento marxista, por qué disimulan, tales F. Castro y Hugo Chávez?

2.            Sobre la existencia de una ética marxista.
De acuerdo con los grandes teóricos marxistas leninistas la Ética comunista como tal, solo es verdadera y existe, cuando el mundo entero sea comunista. Deberán desaparecer los estados, las fronteras y el “hombre nuevo” será una realidad (¿!). Después de 73 años de torturas, persecuciones, castigos y demás crímenes en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la vimos desaparecer como un castillo de naipes a la que le pegó un suave ventarrón. La perestroika y el glassnot de Michael Gorbachov y Boris Yelsin terminaron la histórica tarea. Indudablemente, allí estuvo la mano de Dios y, también La Virgen. Seguramente, obstinados de las maldades y del ateísmo.  Segura estoy de que, su mano todopoderosa allí estuvo para acabar con la infamia y la violación sistemática de los Derechos Humanos de los habitantes martirizados de aquella tierra.
                  Hacía una década y, unos cuatro años, que había muerto Mao Tse Tung. (Cuando se acabó, formalmente, el comunismo) El pragmático primer ministro Deng Tiao Ping, no esperó mucho tiempo, a las 3 semanas de muerto el “sol rojo que alumbraba sus corazones; puso presa a la “Banda de los Cuatro”, con Chiang Ching (viuda de Mao) en primer lugar, y relanzó su famosa consigna: ”No importa de qué color sea el gato, lo que importa es que cace ratón”. Luego vendría la eliminación de las comunas. Nuevamente apareció la propiedad privada y se dio el visto bueno a toda iniciativa por parte de emprendedores y negociantes. Remató con otra consigna: “El socialismo tiene que dar felicidad al pueblo y se puede ser rico y socialista”. Cómo se comprenderá, un país que estaba sin ética. (No había sino la ética revolucionaria) Para y por la revolución todo estaba permitido. Contra la revolución y sus seguidores: los peores castigos: el fusilamiento, el exilio en Siberia, con -50 grados centígrados bajo cero- y trabajando, en las “Escuelas 7 de mayo” en China. Las autocríticas, las cárceles, la persecución y el repudio social, especialmente el de las familias, contra de los intelectuales cubanos y toda la disidencia. ¿Qué esperar de pueblos sin ética, sin reglas ni principios, cuando se acaba la revolución? En el último Congreso del Partido Comunista Chino, el 2015, el Primer Ministro exclamó: “O, terminamos con la corrupción, o, ésta acaba con la revolución”. Tomaron drásticas medidas, especialmente, en contra de los funcionarios públicos corruptos. Fusilamientos, frente a las masas, en estadios. Cadena perpetua como castigo y trabajos forzados. Ha habido casos espantosos de corrupción y no se ha logrado cambiar la conducta. Se les olvidó a los camaradas chinos que, durante la terrible Revolución Cultural, los filósofos más cuestionados- se destruyó su imagen, sus principios y sus biografías- fueron Confucio y Mencio de donde salía, una buena parte de la ética de los chinos. Quedaron sin valores, sin principios y sin creencias. Las últimas, las de la revolución, fueron completamente anuladas por efectos desastrosos de la misma acción de los revolucionarios. Al dejar al país sin creencias religiosas y de ningún otro tipo caso de Rusia, Vietnam, Camboya, China y Cuba, entre los más notorios, el único valor importante son los $, los Euros, yenes y yuanes. El desastre en materia de corrupción y falta de moral ha sido total. Han aparecido, con frecuencia, en los medios las acciones de la “Mafia Rusa”. También diversas acciones del mismo tipo en otros países de la antigua órbita Soviética. No me refiero, ni implico a países como Rumania, Bulgaria, Hungría, la República Checa y aquellas surgidas después de la caída del comunismo como la antigua Yugoeslavia, por cuanto, manejo muy poca información. Polonia parece ser una excepción, su fuerte creencia católica cristiana, los preservó en muchos sentidos de la amoralidad que ha reinado en la mayoría de los países de la antigua órbita soviética.
 Vía los medios, se observa, que los rumanos, al menos un sector de ellos, por supuesto, se ha transformado en un grupo peligroso en Europa, quien los acogió con simpatía y solidaridad.
   
¿Cómo pretender borrar de la faz de la tierra los principios y las leyes que el ser humano ha ido construyendo y mejorando a lo largo de los últimos 21 siglos? ¿Quiénes se creen ellos, los marxistas-leninistas-maoístas-castristas-chavistas, los de Pol Pot, (criminal, entre los criminales) fracasados y ciegos para establecer las bases ético-morales de la sociedad? ¿Hasta cuándo será necesario tolerar sus locuras?

3.    ¿Qué hacer?

Esta pregunta implica todo un folleto escrito por Vladimir Ulianov Lenin. Para nosotros, demócratas, la tarea es fundamental. No podemos seguir permitiendo que nuestros niños/as, adolescentes, pasen su natural rebeldía, buscando la  explicación sobre las grandes cuestiones de la vida, en temas absurdos, tales, la lucha de clases, la revolución comunista y la elevación del culto a la personalidad del difunto Chávez, entre otros aspectos distorsionados de la realidad. Nuestra tarea es re educar en la democracia y por supuesto en la religión. Lo lamento por varios de mis amores, ateos:  familia cercana y amigos/as Estos, a los que me refiero, siguen normas de conducta rígida, sembrada por nuestros padres, abuelos, en la familia, la escuela, la iglesia, entre otras partes. Todas, esas normas, -sembradas en la mente de nuestra gente antes de esta Revolución- tienen la búsqueda del bien común, de la paz, la armonía y particularmente establecer la categoría fundamental: ¿Qué está bien y qué mal? Esa confusión terrible: quitar la responsabilidad por los actos de la vida, el fracaso o el éxito, la prosperidad o la miseria, como sí todos esos hechos, al margen de nuestra conducta, ocurrieran fuera de nosotros, sin que participemos, en una especie de inconsciencia colectiva. Para mí eso es de lo peor del comunismo. Quitar, o pretender hacerlo la responsabilidad de cada uno/a por sus actos, logros y fracasos es, desde luego, una forma infantil de ex culpar a gente que actúa sin pensar.

¿Cómo devolver a cada quién su autonomía e independencia, para generar personas adultas, que sean buenos ciudadanos?


 Esta son algunas ideas que me atormentan. Si alguno de mis contradictorios lectores, tiene respuestas, cualquiera que ella sea, se lo agradeceré profundamente. Gloria Cuenca.