viernes, 22 de marzo de 2013

A la conducta, no a la persona


A la conducta, no a la persona.

 

                                          Gloria Cuenca.

 

En los inolvidables  “Laboratorios de Comunicación Humana” que por años impartió Adolfo Herrera en la Escuela de Comunicación Social de la UCV, uno de los aspectos que más enseñaba era cómo dar retroalimentación en comunicación,  el llamado “feed back”, tomado de la cohetería espacial. Se trata, explicaba Adolfo, de utilizar el importante recurso comunicacional, que es la retroalimentación, con el fin de evitar la crítica despiadada, la hipercrítica y, lo que más interesa, evitar  la descalificación. ¿Cómo y qué hacer? En primer lugar, señalaba lo que sirve de título al escrito. La información que debía darse a la persona, sobre sí mismo, debe ser  a su conducta, que es modificable, nunca a la persona, pues pudiera atentar contra la esencia del ser y es lo que implica la hipercrítica y la descalificación. A este aspecto  le seguía  la descripción lo más concreta posible de lo que se quería señalar en la persona, para motivar el cambio. También se considera que es importante dar el  feed back o retroalimentación, de manera oportuna, es decir en un tiempo adecuado para lograr el propósito. Éste preámbulo significa que pretendemos, transcurrido el duelo oficial por la muerte del Presidente, demostrar que no queremos descalificar, ofender, ni hacer ninguna expresión que pueda considerarse como alguna palabra pesada o mal intencionada. Queremos si, a manera de retroalimentación, recordar algunos hechos que han sucedido en estos últimos años y  establecemos algunas premisas. El gobierno conducido por Hugo Chávez ha sido un largo proceso de sufrimiento para quienes lo adversamos desde sus comienzos. Especialmente, fue duro y difícil para quienes nos dimos cuenta de que se trataba de un intento de “cubanizar” a Venezuela. Al principio, por allá en los comienzos del siglo XXI, negó enfáticamente que fuese comunista. Sin embargo, con el devenir de los acontecimientos se vio claramente, hacia donde se dirigía su acción. El despido de 20.000 trabajadores de la industria petrolera, en una acción sin precedentes y que la ha conducido  al desastre que hoy se observa, con accidentes, sin mantenimiento, pérdidas económicas.  También agredieron a las familias que apoyaron la huelga petrolera. Las imágenes de niños,  ancianos y mujeres expulsados de los campos petroleros, es muy difícil que se  borren del pensamiento. La entrega de la soberanía a Cuba, la amistad con líderes antidemocráticos del mundo. El cierre de Radio Caracas Tv, el robo de sus equipos, la pérdida de más de 5 mil puestos de trabajo, en el primer cierre y de 1500 en el segundo. La terrible lista Tascón que martirizó, y aún lo hace, a millares de venezolanos-as, que firmaron a favor del revocatorio del Presidente. No es posible olvidar la muerte en las calles a manos de delincuentes, en estos 14 años, de más de 150.000 personas. Hay una parte del pueblo que ama la memoria del Presidente, se le respeta su dolor. Pero, que respeten también nuestros dolores, pérdidas, angustias, de lo que hemos vivido durante la mal llamada “revolución bonita”.        

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