sábado, 1 de marzo de 2014

Imprescindible Amor



Una querida e inteligente amiga, la Dra. Preciada Azancot, define al amor, “como el espacio seguro donde te sientes confortable”. Eso  puede ser el vientre de la madre, sus brazos amorosos, los brazos protectores del padre, el hogar, el cuarto, los cálidos  arrullos de los abuelos, el regazo de una buena nana. Al crecer, la escuela, tiene la obligación de ser un espacio seguro. ¿Qué encontramos? Una gran cantidad de niños acosados y que sufren el terrible “bullyn”. ¿Espacio seguro? Para nada. La vida en las ciudades, hace que nos sentimos abandonados. Antes de la aparición de ese espacio seguro, otra mujer de gran inteligencia  sin imaginarse jamás que esto  podía ocurrir en Venezuela, la Dra. Julia Barragán, señaló que era imprescindible en la democracia, la construcción del “espacio de convivencia”. Se trata de un verdadero espacio democrático en donde se puede hablar, discutir, exponer puntos contradictorios, sin que nadie sienta ninguna clase de temor.  El espacio seguro, debe ser previo al espacio de convivencia. Sin embargo es bueno recordar que el espacio seguro, es decir, el amor, es imprescindible para la sobrevivencia del humano. Esto se comprobó, cuando pequeños bebes, separados de sus padres murieron. Sí la falta de amor puede matar. Hace falta ese espacio seguro, cálido y verdaderamente humano, para que logremos sentirnos cómodos, confortables y seguros. Obviamente, esto no ocurre en nuestro país. Se ha desatado un odio, un deseo de venganza, un desconocimiento del otro, como nunca antes habíamos vivido. En diversas oportunidades he insistido en la necesidad del amor y del perdón. Sí. Todos los venezolanos nos sentimos abandonados, vulnerables, mal queridos. Hay  oportunidades, en el día a día, en que esto se puede observar. No es peor la sensación, por cuanto apenas nos sentamos a tomar un café, comprar el “escuálido” periódico, (por falta de papel), esperamos transporte, la natural simpatía de los venezolanos, -ahora bastante amargados y tristes- inicia la perorata acostumbrada: escases,  inseguridad, las colas, la carestía de la vida. Es de esa manera como pasa la cotidianidad.  Por eso hablo del imprescindible, como manera de “Regresar al amor” a la manera de otra gran mujer, Marianne Williamson. No es fácil sobrevivir en estos momentos, la cercanía de Dios, el amor imprescindible e incondicional,  y el perdón son fundamentales en  este tiempo de dificultades.

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